Bodegas Ontañón fue fundada hace más de 25 años con una filosofía de bodega familiar, respetuosa con el territorio y las variedades autóctonas de Rioja que perdura y que se potencia en cada vendimia. “El viñedo es uno de nuestros pilares fundamentales, y en estos momentos cultivamos unas 250 hectáreas en propiedad con las castas esenciales de nuestra denominación en la zona de la Sierra de Yerga, tanto en la vertiente de Alfaro como en el Valle del Cidacos, en Quel, que es donde se encuentra nuestro origen familiar, explica Raquel Pérez Cuevas, bodeguera.
Sus padres, Gabriel y Mari Luz, heredaron los viñedos de las tierras de sus antepasados en las laderas altas de la Sierra de Yerga en Rioja Oriental. Cuando Gabriel asumió las riendas a principios de los años ochenta comenzó a elaborar su propio vino. Junto a su padre, Goyo, estaba decidido a crear un vino que encarnara la región de Quel, donde su familia tenía profundas raíces y donde él estaba convencido que nacen vinos de gran calidad. Y desde entonces, Ontañón ha apostado por los viñedos de esos terruños únicos definiendo el alma y el estilo de la bodega.
Bodegas Ontañón transmite, cosecha tras cosecha, el entusiasmo por el arte del buen hacer, con la dedicación que un nuevo ser vivo exige tras cada vendimia y se merece hasta ser adulto, sostiene Raquel, que además relata que Ontañón no es sólo una bodega, sino toda una filosofía. Son años de trabajo e ilusión, tanto en las viñas, que son nuestros pilares, como en la conjunción de vino y arte. Entendemos la elaboración del vino como un hecho artesanal que nos transporta a los orígenes de la civilización Mediterránea.
La bodega en sí está articulada como un verdadero museo y las botellas y las barricas comparten un mismo espacio con las obras de arte con una naturalidad que desde el primer momento cautiva a los visitantes. La singularidad también reside es que es la mitología clásica el eje vertebrador de la mayoría de las obras expuestas. Maridajes, gastronomía y belleza.